Dedicado a los deseos de enamorarnos que llevamos dentro, a las cagadas que nos mandamos mientras estamos enamorados y a vos: que sembraste en todas las islas de la moda las flores de tu gracia . Corto pero lindo. Voy a ser cobarde (según me lo ha dicho una amiga y una canción en alguna noche de alcohol) al culparlo al destino si nos vuelve a sentir lo mismo, pero enserio sería su culpa si se volviera a repetir. Comenzaría todo de vuelta pero no en días de tormentas electrónicas que cortan el suministro de energía eléctrica, sino que se daría en un día soleado mientras estemos tomando sol u oliendo el aire brillante. Y si no nos juntásemos nuevamente sería no culpa del destino, sino nuestra culpa. Pero cualquiera sea nuestro rumbo, quedarán en mi recuerdo todas esas cosas lindas que sentí y de las que no me arrepiento.
Me enamoró...
Me enamoraba el filo de sus arrugas, el orden aleatorio de sus dientes, la posición que tomaban sus labios entreabiertos o la manera de pestañear que tenía cada vez que sonreía como si estuviera en la niñez.
Me enamoraban los tonos de su voz (escandalosamente altos), como se agitaba o como se tiraba hacia atrás cuando se reía a carcajadas, como si viniera del lugar más feliz del universo (¿será “Mundo Mágico”?).
Me enamoraba su perro molesto, como jugaba con el, como lo “cagaba” a trompadas cada vez que se subía a su cama, como el perro del orto mordía mis huesos al entrar a la casa.
Me enamoraban los rituales que hacía (y seguramente los sigue haciendo) para perfumarse, que me encante su perfume más barato y deteste su Paco Rabanne.
Me enamoraba que me haga el desayuno (que no lo tomaba), que me cocine “tarta-chicle”, que me mienta sobre su cocinar, que le encantaba ese sabor de helado con cerecitas picadas.
Me enamoraba que viva en mundo mágico, un lugar apartado del universo, lleno de gente que no me conocía y que me ignoraba (por suerte).
Me enamoraba que sea tan diferente a mí, que me haya dado vueltas la cabeza, que me haya mostrado su mundo (completamente diferente al que llevo) y que me de cuenta de los errores que cometí al prejuzgar, eso me enamoraba mucho, me tiró para atrás. Me enamoraba su manera de enseñarme.
Me enamoraba que me mienta de la manera más inocente y que niegue que eran mentiras, sabiendo que eran petizas.
Me enamoraba su patética imitación de mi risa de “lelo”, como me miraba mientras yo reía y como nos reíamos juntitos los dos.
Me enamoraba que se abra en mis brazo y llore cálidamente a mi lado, sentir que sus lagrimas humedecían el pañuelo de mi corazón, ser por un segundo su pilar.
Me enamoraba que me recalque los errores corporales: mi cero-culo, mi pelo / pasto seco, mis granitos de púber, etc, etc, etc. Jajájajajjaja!
Me enamoraba que se ría de mis boxers por las rodillas (al igual que mis jeans), o de mi pelo desaliñado o de mis zapatillas que deforman mis deditos del pie.
Me enamoraba que se enoje porque interrumpía sus sueños al ir tan seguido al baño, que se enoje por mi barba larga de carcelero, o los eructos que desprendía desde muy dentro de mi ser.
Me enamoraba discutir lo que hacía, y que me discuta lo que yo hacía.
Me enamoraba mirar sus ojos y llegar a su alma.
Me enamoraba que en cada beso que le daba tenía que dividir su enorme boca en sectores para acabar de mojarla, que me “comía” la boca en todos los sentidos posibles, y que cuando se levantaba su boquita insaciable se hinchaba como si creciera por las noches.
Me enamoraban sus caricias que me terminaron por gustar a tal punto de inventarlas cuando duermo solo.
Me enamoraba que me prohibía partes de su cuerpo como el ombligo o sus pezones no erectables, y a mí me encantaban esas partes, tanto como el relieve de su cintura.
Me enamoraba dormir a su lado, que su cuerpo exceda los límites de su ropa interior, creer que se dormía con mis caricias, besar su espalda, tocar las partes que me prohibía mientras soñaba, que me abrace mientras yo dormía y me despierte todo acalorado.
Me enamoraba en la cama, es obvio, pero me lo reservo para recordarlo en mis plegarias.
Si vuelvo a sentirme así, que la próxima vez sea mucho mejor aún.
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