viernes, 21 de mayo de 2010

Días de abuelas y ayeres

Usted se despierta y lo primero que piensa es en la vida que le resta durante el día; eso de la secretaria diciéndonos el padrenuestro de cada día en cuanto a los negocios, lo atascado de la parada de ómnibus o la boletería del maldito tren de las 7:15 que seguramente tendrá retraso. Usted se agobia y quiere dejar de laburar para otro, el argentino no trabaja sino que sienta cabeza y a usted no le pasó ni lo uno ni lo otro. Se levanta finalmente tras los preludios y resuena en el baño la canilla con agua terriblemente fría en un baño asquerosamente sucio; usted se mira al espejo y le da arcadas su imagen roída por los años de servicio a la población, piensa que lo mejor sería revolcarse en una hamaca en Cancún o Mar del Plata. Quizás no se sabe lo suficientemente seguro como para dejar un trabajo que a nadie le interesa, que a sus pares les parece patético y a sus padres vergonzoso. Pero vender libros de puerta en puerta es una vocación con boca y con palabras y con gente y con gestos y otras muchas cosas más. Ahora se siente desorientado, buenos días señora estoy ofreciendo enciclopedias ¿tiene niños?, y Uno quisiera si pudiera estar tirado en una plaza mirando el recorrer de las nubes o aquellos pájaros que vienen o van a quién sabe dónde, no soy viuda mi marido falleció el mes pasado, y parece que no te conformás con eso además querés saborear las hojas de menta que tanto te recuerdan a la abuela y el patio con el árbol más grande del vecindario la abuela gritando ¡nene no me pises ni los malvones ni las mentas!, qué terrible mis pésames ¿acaso conoce de algún vecino que tenga niños a los que les puedan servir estas enciclopedias? vienen a color ¿ve?, y el nono sentado en aquella vieja silla mecedora verde agua a la que no te dejaban subir porque eras un niño y eras hiperactivo y algo malo, no la verdad que no sé de ninguno pero si me dejás tu tarjeta podría contactarte cuando mis nietos necesiten algo para el cole, el abuelo ríe mientras fuma vos corrés después de pisotear las plantitas y la abuela te está siguiendo con una escoba que agarró del lavadero, no la verdad que ahora no tengo tarjeta pero me pegaré una vuelta otro día y veremos si están sus nietos buenas tarde, la abuela lo encuentra encerrado en el placar usted se ha cavado su tumba, adiós joven buena suerte, la abuela te marca de pies a cabezas si las tuvieras y te deja en un rincón de penitencia, era uno de esos vendedores pesados como ellos no más pueden ser ¿querés que te haga un matecito papi?, uno se queda llorando hasta que llega tu padre y le da la razón a la nona todos saben que usted es un salvaje pero usted sabe que uno es el salvaje, no gracias no voy a tomar mates me voy a dormir vieja, entonces usted llora y uno llora y todos enojados con usted y uno enojado con todos ¿acaso no sería más fácil si se pudiera pisar unas plantas chotas?, usted sigue el camino que sigue y de repente se ve a los 40 haciendo lo mismo vendiendo biblias o peor, uno mientras tanto sigue pensando en lo bueno que sería estar tirado en esa cama del departamento más cómodo de la ciudad.

1 comentario:

emmanuel sticchi dijo...

Repito algo que acabo de escribir en mi blog, me parece que va con el texto.
Angustiado antes que solemne.
Angustiado antes que aburrido.
Esa si que lo dice todo.