Dedicado quizás a la persona más desconfiada y cerrada que conocí, pero la quiero, solo porque al final se abrió y creo que sintió esto
Nombre propio.
Siento que mi cuerpo se encuentra invadido por una rara sensación, que hace varios años no recordaba mi lastimado templo orgánico. Percibo una fuerte presión que abarca gran parte de mis ojos. De allí baja hacia mi laringe, entorpeciendo de manera engorrosa mi habla y canto. Luego se proyecta hacia mí traquea, desplazándose hacia mi tórax (o pecho, como quieran decirlo) donde hace una presión positiva sobre mis pulmones, dificultando mi respiración; y lo peor de todo se siente en el corazón: esa bomba que eyecta sangre hacia nuestro organismo se ve completamente limitada y trata de manera casi imposible mantenerme vivo.
Una lagrima recorre un corto camino del modo más cruel, desde el ángulo interno del ojo, hacia la comisura de mis labios, en ese preciso instante la respiración y los latidos de mi corazón aumentan su frecuencia. Mis cuerdas vocales parecen haber sufrido unas fuertes y monstruosas caricias provenientes de duras lijas, y sangrando trago saliva, creyendo que de esa manera se terminaran estos horribles síntomas, pero no logra agonizarlos.
Las perdidas nos hacen sentir así. Y como no sentirme así, si te perdí. Te perdí y lo peor de todo es no poder ni olvidarte, ni evitar sentirme así. El cielo se torna completamente gris y el aire vira de calmo a turbulento, llenándose de electricidad. Los jardines se secan y sus restos putrefactos emanan hediondos olores que irrumpen el aire, impidiendo que la vida reine en ese triste paisaje que se semeja al de un cementerio indio. Nos encontramos encerrados en un cuarto que tiene una sola puerta con un manojo de dos millones de llaves en al cuarto entero, y mientras tratamos de ver cual es la llave que nos saca de ese cuarto, las luces se vuelven menos nítidas y el aire comienza a escasear, solo podemos desesperar. Todos los caminos van a roma, y todo hule a infierno. Así me siento cada vez que amo con locura y luego pierdo sin siquiera saber porque, sin saber si fue culpa mía o sin saber el porque de la pérdida. Lo que si se es que siempre aprendo de las pérdidas, y cuando sufro una similar ya no sufro en la misma magnitud. Y en todas las que padecí, aprendí a que solo quedan los sueños. Esos que tengo por las noches, por mas lejos que se encuentre, en los que los dos estamos tirado en la cama riéndonos a más no poder, compartiendo todo lo que nos rodea, y somos felices. Esos sueños que quiebran distancias, muertes y amores no correspondidos. Son esos sueños los que me mantienen vivo a pesar del dolor de no sentirte cerca. Por eso, esta noche, voy a soñar contigo, y me sanará las heridas que marcaste en mi alma sin motivos o por lo menos no me los diste. Soñaré, soñaré, soñaré, y de todo me curaré. Sólo eso quiero hoy.
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